Para el resto del mundo, este partido estaba de más: sólo se necesitaba para conocer cuántos serían los goles de los catalanes, disfrutar con su técnica y aplaudir la premiación.
En la Argentina, en cambio, todos sabían que el resultado no estaba puesto. Lo sabían los hinchas de otros equipos: aún está fresca en la memoria aquella persecución implacable al poderoso Boca en 2006 y el partido final, en una saga épica que no encuentra semejanzas en nuestra historia futbolera.
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