No, no se trata de un militar nostalgioso intentando atajos violentos para llegar al poder: es el nombre de uno de los más populares planeadores de madera balsa. Cuando uno era chico hace treinta años e intentaba construir un avioncito, lo habitual era comenzar con el espantoso Dédalo, que consistía en unas pocas tablas de madera balsa y un contrapeso en la nariz. El único desafío en la construcción del Dédalo consistía en lograr que las alas tuvieran el ángulo adecuado.
Si uno demostraba el suficiente entusiasmo y lograba convencer a sus padres para que insistieran en su papel de mecenas aeromodelistas, lo natural era ascender al teniente Origone, cuyas alas se construyen con costillas de madera y se recubren de papel, sofisticación que seducía desde que uno extendía el plano sobre el tablero.