Hace rato que vengo con ganas de comprarme una computadora portátil para independizarme de la PC hogareña, cada día más colonizada por los niños.
En esa búsqueda, me calenté con las portátiles Dell, de buen precio y prestaciones. Haciendo cuentas, calculando ingresos próximos, restringiendo algún gasto, finalmente me decidí. Por la información del sitio oficial, parecía que podía ser una operación sencilla, transparente y clara. Tardé unos cinco minutos en darme cuenta de que sería sencilla sólo si me olvidaba de lo transparente y de lo claro.
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