Tal como en un cuento de misterio, los sistemas operativos preinstalados que no se llamen Windows, desaparecen sin dejar rastros. Cierto que no es habitual que una tienda ofrezca computadoras sin las omnipresentes ventanas, pero cada tanto surgen alternativas que abaratan la tecnología (el ser un monopolio le facilita a Microsoft el cobro de una licencia ridículamente cara, y la modalidad de vender la computadora con sistema operativo preinstalado disimula esa extravagancia: nadie sabe cuánto le costó realmente el frustrante Windows Vista).
Sin embargo, más temprano que tarde, esas alternativas se esfuman inesperadamente de la góndola del supermercado sin razón aparente. Conozco dos casos bien ilustrativos:
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