El guardaparques de Villa Futalaufquen, viéndonos jóvenes, entusiastas y, por qué no, bastante ingenuos, nos propuso una travesía a pie hasta la boca del río Frey, en la margen sur del lago Kruger, distante uno o dos días de marcha de nuestro campamento.
Debíamos internarnos en la Reserva Natural del Parque Nacional Los Alerces, recorrer un sendero hasta llegar a un lugar llamado Playas Blancas, hacer noche allí sin encender fuego -ya que el fuego sería una señal de alarma para un puesto de vigilancia ubicado en la otra orilla del lago- y en la jornada siguiente llegar a un puesto de guardaparques abandonado en el nacimiento del río Frey. Podíamos quedarnos un día y luego debíamos regresar. Si demorábamos más de cinco días en volver, debían salir a buscarnos.
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