A ver si lo dejamos claro de una vez por todas: Wikipedia e Internet no son sinónimos.
Wikipedia es un sitio de internet que pretende ser una enciclopedia colaborativa y libre.
Internet, en cambio… es Internet.
A ver si lo dejamos claro de una vez por todas: Wikipedia e Internet no son sinónimos.
Wikipedia es un sitio de internet que pretende ser una enciclopedia colaborativa y libre.
Internet, en cambio… es Internet.
Hay una batalla en Internet entre el modelo abierto y el cerrado. El lado cerrado está ganando por el momento. Honestamente, espero que pierda. Espero que la web gane. Pero la tendencia no se ve bien. Yo vivo en los dos lados de la moneda. Durante el día uso el iPad de Apple y participo en sistemas cerrados porque es el mejor modelo de negocios. Por la noche, llevo adelante mi trabajo en las comunidades web, manejo un proyecto de código abierto. El personaje de día me hace tener mejores negocios. De noche, me siento mejor conmigo. Durante el día avalo el copyright, durante la noche peleo contra la propiedad intelectual. Vivimos en un mundo binario, contradictorio, de modelos que compiten. Esa es la historia de mi vida, me ha pasado constantemente en estos dos mundos.
De Chris Anderson en una memorable entrevista realizada por Mariano Blejman. Aquí la versión completa y aquí la versión publicada en Radar.
Cuando leí, hace unos días, las crónicas que daban cuenta del desempeño del vicepresidente Cobos en Facebook, terminé de verificar que la política vernácula ha puesto finalmente sus ojos en internet.
Hasta hace muy poco (y aún hay quienes persisten en ello), internet era para los políticos apenas un medio de publicidad que venía muy lejos detrás de la televisión, la prensa escrita y la radio. Hace un par de años comenté algunas desventuras bastante habituales cuando personajes públicos (políticos o no) intentan asomarse por la ventana del navegador. En aquél entonces utilicé como ejemplo al mediático Beto Casella, pero es justo señalar que lo de los políticos era mucho más pobre que lo del pobre Beto: en general, la presencia en internet se limitaba a sitios pobres en contenido, muchas veces estáticos, con criterios publicitarios propios de los medios gráficos trasladados al cieberespacio, con pobres mecanismos de diálogo con su público, sin ninguna gestión editorial. Claro está, con algunas excepciones.
Hace unos días escribí algo sobre la privacidad del email y hoy encuentro, via Denken Uber -a su vez, vía el New York Times– un estudio de Pew Internet que indica que el 60% de los internautas no tienen ninguna preocupación acerca de la privacidad en internet.
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Hoy conocí a Alvaro Liuzzi, periodista interesado en el fenómeno de Internet y especialmente en el mundo 2.0: Wikipedia, blogs, comunidades online… La cuestión es que tuvimos una larga charla sobre estas cuestiones, matizada por reflexiones acerca de derechos de autor, privacidad, proyectos colaborativos, etc.
En medio de la charla, no sé bien por qué, nos acordamos de aquel viejo affaire del espionaje a periodistas, en el que Daniel Santoro, del diario Clarín, Luis Majul, del programa “La Cornisa” en América TV, y Ernesto Tenembaum, de Radio Mitre, denunciaron que sus cuentas de correo electrónico habían sido violadas y sus correos leídos y copiados sin autorización.
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A través de Microsiervos encontré este curioso e interesante “Mapa del prejuicio“:
Está hecho a partir de realizar una simple pregunta en Google: “los [pon aquí la nacionalidad que sea] son conocidos por …”.
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Borges recorrió intensamente tres o cuatro tópicos a lo largo de su literatura: uno que le fascinaba de manera particular era el de la memoria: la capacidad de recordar o la cualidad que hiciera olvidables o inolvidables a los objetos o a los acontecimientos.
El Zahir, un cuento fantástico publicado en 1949 (en el libro El Aleph), da cuenta de un objeto inolvidable: quien lo percibiera no podría dejar de pensar en él. Las consecuencias de tomar contacto con el Zahir serían devastadoras, el universo desaparecería de la mente y de los sentidos de quien lo viera, aunque fuera fugazmente.
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