curiosidades – Señales de humo / Thu, 29 Apr 2021 20:27:31 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.1.10 Etimología trucha /2008/07/etimologia-trucha/ /2008/07/etimologia-trucha/#comments Tue, 08 Jul 2008 11:53:35 +0000 /?p=271 Seguir leyendo Etimología trucha ]]> El sustantivo trucha, como todos en el mundo hispanoparlante lo saben, es ese pez de agua dulce que transita lagos y ríos e inquieta los sueños de los pescadores de mosca. En el lunfardo rioplatense, desde tiempos inmemoriales, también alude a la cara, al rostro de las personas: en El raje, una milonga de Juan D’Arienzo y Héctor Varela con letra de Carlos Waiss, el poeta increpa a su amada:

Por lo menos hoy estás
con la trucha bien cuidada,
te empilchás bastante armada,
y regular lo demás.

Ignoro cómo llegó la trucha a ser cara, imagino que por eso de que los peces suelen ser puro ojos y no parecen mucho más que un rostro con cola. En cambio, la evolución que me interesa y de la que hace años escuché una explicación verosímil es la de la transformación de aquél pez o este rostro en el adjetivo trucho/a, que como todo buen rioplatense sabe se aplica a lo falso, y en particular, a las falsificaciones berretas y a las mentiras torpes.

Resulta que a fines de los sesenta y principios de los setenta, los grupos políticos de izquierda de este rincón del mundo, debido a la creciente beligerancia de sus propios cuadros y de un entorno aún más violento, comenzaron a desarrollar técnicas de protección y supervivencia: la segmentación en células de sus organizaciones para disminuir riesgos de infiltraciones, el establecimiento de canales de comunicación unidireccionales, la tabicación de la información, etc.

Hubo un momento en que este proceso evolucionó hacia la adopción de distintas formas de clandestinidad, y algunos dirigentes debieron procurarse identidades falsas. El método más usual consistía en cambiar la fotografía de un Documento de Identidad legítimo: en la jerga se decía que se le cambiaba la trucha.

El resto es casi obvio: de “cambiale la trucha al DNI” a “truchá este DNI” y finalmente, a “este DNI es trucho”, para luego despegar del mero DNI y aplicarlo a toda falsificación más o menos burda. Como esta etimología casera, por ejemplo.

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¿Nintendo = PlayStation? /2008/01/%c2%bfnintendo-playstation/ /2008/01/%c2%bfnintendo-playstation/#comments Fri, 04 Jan 2008 17:12:34 +0000 /2008/01/04/%c2%bfnintendo-playstation/ Desconozco si Google tendrá acciones en Sony. Pero si entrás al traductor de Google y le pedís que traduzca al español “nintendo wii“, la respuesta será “PlayStation“.

¿Alguien tiene alguna explicación razonable’

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Trezidavomartiofobia /2007/11/trezidavomartiofobia/ /2007/11/trezidavomartiofobia/#respond Tue, 13 Nov 2007 11:12:16 +0000 /?p=163 Seguir leyendo Trezidavomartiofobia ]]> O dicho de manera más sencilla: miedo al martes 13. En otros lugares del mundo (en general, los países de habla inglesa, francesa, o portuguesa, o en el norte de Europa), la trezidavomartofobia no inquieta a nadie, pero sí la paraskavedekatriafobia, o sea el miedo al viernes 13.

Estas dos palabrejas remiten a formas especializadas de triscaidecafobia, es decir, miedo al número 13.

Suele indicarse que la superstición proviene del número de comensales presentes en la Última Cena, sin embargo hay quienes señalan que ya el Código de Hammurabi omitía ese número en su lista de leyes… y data del año 1692 adC, mucho antes de que el más famoso entregador de la historia hiciera de las suyas. Sin embargo, también faltan otros números en el Código: el 66, el 99, el 110, el 111…. ¿deberíamos considerarlos igual de funestos?

Otras culturas, otras supersticiones. Los chinos, japoneses y coreanos padecen de tetrafobia, y evitan el número 4: su pronunciación es idéntica a muerte.

En Italia, el día nefasto es el 17. En números romanos, el XVII es un anagrama de VIXI, palabra latina que significa “he vivido”… y si alguien ha vivido evidentemente se encuentra muerto. Tan arraigada se encuentra esta creencia que el Renault 17 en la península se ha bautizado como 177 y Alitalia pasa del asiento 16 al 18 in escalas.

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Qué fiaca… /2007/03/que-fiaca/ /2007/03/que-fiaca/#comments Thu, 22 Mar 2007 21:01:07 +0000 /?p=139 Seguir leyendo Qué fiaca… ]]> …es lo que primero viene a la cabeza cuando uno se da cuenta que la última entrada en este blog data de hace un mes atrás. Y cuando pienso en la palabra fiaca, me acuerdo de una curiosidad que tuve durante muchos años y que Roberto Arlt -como no podía ser de otra manera- supo contestar.

Resulta que en estas costas del Río de la Plata, la fiaca se entiende como un desgano infinito e insuperable, mientras que en la costa de enfrente, como sabrá cualquiera que haya aprendido a hablar uruguayo básico, significa hambre, y no poca.

Siempre me había parecido sorprendente que un vocablo del habla popular tuviera significados tan precisos como diferentes a pocos kilómetros de distancia.

Hasta que encontré un aguafuerte del amigo Arlt, que escribe en una época cercana a las corrientes inmigratorias de principios del siglo XX. Ya en aquel entonces esta palabra se utilizaba como sinónimo de desgano, pero la memoria popular aún recordaba al padre de los gemelos fiaca.

Dice el autor de El juguete rabioso, en 1933: “La “fiaca” en el dialecto genovés expresa esto: “Desgarro físico originado por la falta de alimentación momentánea”. Deseo de no hacer nada. Languidez. Sopor. Ganas de acostarse en una hamaca paraguaya durante un siglo. Deseos de dormir como los durmientes de Efeso durante ciento y pico de años.”

Y agrega: “Comunicábame un distinguido erudito en estas materias, que los genoveses de la Boca cuando observaban que un párvulo bostezaba, decían: “Tiene la “fiaca” encima, tiene”. Y de inmediato le recomendaban que comiera, que se alimentara.”

Eureka. La palabra, en estas costas, ha heredado la parte del sopor, en la orilla de enfrente, la parte de la inanición. Si al fin y al cabo las herencias sociales y culturales se comportan muy parecidas a las genéticas y naturales.

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Otra parábola de monos /2006/11/otra-parabola-de-monos/ /2006/11/otra-parabola-de-monos/#comments Fri, 03 Nov 2006 23:16:30 +0000 /?p=122 Seguir leyendo Otra parábola de monos ]]> De casualidad llegué a un relato muchas veces repetido acerca de un experimento con simios, de esos que tienen como objetivo comprender las conductas de los humanos a partir de la observación de estos peludos primos lejanos.

Recordé entonces un experimento que gustaba contar un querido amigo, el profesor de Economía Industrial Andrea Saba, de la Universidad La Sapienza de Roma, que él usaba para ilustrar la desmesura, avidez e improdutividad de las burocracias hipertrofiadas.

Cuenta Andrea Saba que en un laboratorio del Zoológico de Roma, cuatro pequeños chimpancés son sometidos a un experimento. Encerrados en una jaula, se les provee de un pequeño tubo de vidrio que contiene en su interior una avellana, y de un palo cuyo diámetro es mayor que el del tubo.

Uno de los monos es muy inteligente: intenta empujar la avellana con el palo, pero al no lograr introducirla en el tubo, afila el palo con los dientes hasta lograr empujar la avellana y hacerla caer.

El segundo mono no es tan inteligente: a menos que se le ofrezca un palo de diámetro menor que el del tubo, no encuentra la forma de usarlo para empujar fuera del mismo a la avellana.

El tercer mono es definitivamente tonto: no logra utilizar con eficacia ninguno de los palillos. “Pero he aquí que el experimento comienza a volverse interesante”, cuenta Saba, “luego de algún tiempo, el mono Nº 3 logra aprender viendo a los otros dos monos y, aunque torpemente, logra hacerse de la avellana”.

“El cuarto mono es, sin embargo, el verdadero protagonista de esta parábola de etiología económica. Entra en la jaula con aires burlones. Observa brevemente el comportamiento de los otros tres monos. Se coloca inmediatamente del lado opuesto del tubo. Espera que los otros terminen de trabajar con los bastoncillos para hacer caer las avellanas y se las come, poniendo una cara típica, similar a la del burócrata romano luego de que ha terminado de desayunarse una medialuna con un capuchino en algún bar cercano a la oficina”
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En este punto de la historia, Saba concluye resignado que en la tribu de los humanos debemos acostumbrarnos a tener un 25% de individuos parásitos. Sin embargo, la continuación del experimento lo aterra: a los pocos días, los monos 2 y 3 habían comprendido la situación ventajosa del cuarto mono, y mientras el siempre eficiente mono 1 trabajaba sin descanso para sacar avellanas de los tubos de vidrio, los otros tres simplemente se limitaban a esperar en el costado opuesto de la jaula a que el almuerzo gratis les cayera del cielo.

(La cita es de El Modelo Italiano: La especialización flexible y los distritos industriales, Andrea Saba, Editorial de la UNLP, 1997)

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