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Ellos no escucharon que “cada vez que bajás una canción matás un músico”. Al contrario, piensan que internet no es una amenaza sino un canal magnífico para difundir su música. Entonces abren un blog, una página en MySpace o en Sonar, un fotolog. Organizan redes de fans en Facebook. Suben sus clips y videos de sus conciertos a YouTube. Te dejan escuchar toda su música con la esperanza, muchas veces satisfecha, de que cada vez más gente vaya a escucharlos en vivo.