Resulta entonces que un mediático decide dar sus primeros pasos en internet. Supone que su web deberá lucir moderna y sofisticada, tal como la de Cuatro Cabezas -digo, sólo para continuar con el ejemplo anterior-, y corre a buscar un especialista para poder iniciar su invasión al ciberespacio.
Pero no corre a golpear las puertas de los que desarrollaron esa web que marca el norte de su brújula, porque en general se tiende a suponer que los recursos del ciberespacio deben tener un costo cero o cercano a cero. Y no estamos hablando sólo del modesto concejal del post anterior, recuerdo que esta saga comenzó con las tribulaciones de un personaje que carece a todas luces de dificultades de producción y no escasea recursos ni ingenio a la hora de la promoción personal. Desear la MTV pero no estar dispuesto a invertir un centavo hace que la MTV quede irremediablemente lejos, y eso se destaca con toda nitidez en los diseños y animaciones resultantes. Para peor, un diseño pobre pero sin pretensiones desemboca en una página modesta, pero un diseño pobre y ambicioso al mismo tiempo degenera en un bochorno sin atenuantes.
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