argentinismos – Señales de humo / Thu, 29 Apr 2021 20:27:31 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.1.10 Quema de muñecos /2008/01/quema-de-munecos/ /2008/01/quema-de-munecos/#comments Tue, 01 Jan 2008 19:15:48 +0000 /2008/01/01/quema-de-munecos/ Seguir leyendo Quema de muñecos ]]> Muñecos 2007
Foto de Beatriz Lorente

En La Plata, respondiendo a una tradición que ocupa varias décadas de la joven historia de la ciudad, miles de personas se movilizan durante el mes de diciembre para construir muñecos o aún complejas escenografías, que arderán en las llamas durante las primeras horas del año nuevo.

Hay quienes vinculan esta costumbre con las Fallas que se celebran cada 19 de marzo en Valencia en honor a San José o a los ninots de las Hogueras de San Juan. Sea cual fuere su origen, se ha convertido en una curiosa celebración con características propias que engalana cada barrio.

Hay muñecos que se perfeccionan cada año y que esconden en su equipo de constructores a artistas plásticos, escenógrafos, arquitectos. Otros, más modestos, son construidos por grupos de niños y jóvenes menos ambiciosos pero igual de entusiastas. Hasta los hay mínimos, de no más de un metro de altura, que representan quizás a una familia que ha decidido tener su propia quema.

Hay también temporadas que marcan la quema: este año ha sido pródigo en personajes de ficción. Hay oportunidades en que los sucesos deportivos condicionan severamente la elección, y los muñecos pasan a representar los triunfos o los fracasos del año. Otras veces la crisis económica o la situación política se hace presente en las figuras: en 2001 personajes como el ex Ministro de Economía Domingo Cavallo o los ex Presidentes Fernando de la Rúa o Carlos Menem engalanaban casi todas las esquinas para ser entregados a las llamas rituales, en una ceremonia que pretendía enterrar en las cenizas del año viejo las frustraciones de toda una década.

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Grasa /2007/12/grasa/ /2007/12/grasa/#comments Fri, 21 Dec 2007 19:43:15 +0000 /2007/12/21/grasa/ Seguir leyendo Grasa ]]> Grasa era originalmente una calificación que cargaba con una determinación de clase: grasas eran los pobres, sus fealdades, su lenguaje, sus gustos. Eva Perón, en una operación discursiva que buscaba reemplazar por afecto el desprecio que llevaba consigo el calificativo, llamaba a sus descamisados “mis grasitas”, pero no por ello acortaba la distancia de clase que connotaba. Con el tiempo sus significados comenzaron a ampliarse: comenzó por ejemplo a incluir aquello que quedara escandalosamente fuera de los límites aceptados por la moda. Una persona vestida de manera extravagante es sofisticada o es grasa; que sea uno u otro depende del observador y, muchas veces, de la identidad de quien comete la extravagancia.

Poco a poco la calificación fue corriendo hacia esta novedad su ámbito de aplicación, y al mismo tiempo fue perdiendo su determinación de clase. Grasa pasó a ser, desde los tiempos de Serú Girán, el mal gusto, lo burdo, la chabacanería, el humor groseramente fácil y repetido, la exhibición orgullosa de estupidez. No son grasas la superficialidad ni la frivolidad: lo grasa es pretender que sean profundas.

Grasa también es el título de un libro que colecciona artículos periodísticos de Juan Becerra, publicados algunos de ellos en la revista Los Inrockuptibles. Al ser una colección de artículos pensados originalmente como piezas unitarias, no tienen entre sí una fuerte hilación, pero cada uno de ellos es una mirada ácida y perspicaz sobre el escenario omnipresente de la grasada nacional: desfilan por allí Roberto Giordano, Marcelo Tinelli, Alan Faena, Baby Etchecopar, los inefables teleperiodistas del fútbol, Jorge Bucay, Rodolfo Ledo, Gran Hermano…

Todos los personajes (y por ende todas las crónicas del libro), reconocen un único objeto de deseo, un único dios en cuyo altar todas las ofrendas son legítimas, un ángel de la guarda que provee todas las necesidades de la vida terrena: la fama. El culto a la personalidad y, si es posible, el culto a la propia personalidad, es proveedor de sentido y fin último de la búsqueda vital de los grasas. La fama no sólo legitima el chiste humillante de Tinelli: también justifica someterse a la humillación por parte de la víctima que recibe a cambio sus diez minutos de televisión. La fama es premio suficiente para que agraciadas niñas compitan públicamente por la bragueta de Robbie Williams: no lo hacen por amor, ni por deseo, ni siquiera por curiosidad o aburrimiento, sino porque saben que quien se meta en esas sábanas tendrá centímetros de prensa, fotos de tapa, y, lo más importante, minutos de tele. Quizás hasta sean invitadas a recluirse en la casa de Gran Hermano o -escala fundamental en sus carreras- a exhibirse por un sueño.

Tal es así que se puede poner en riesgo, incluso, la propia vida, a partir de sobrevalorar la cualidad de ser famoso. Roberto Giordano, quien ha publicitado por todos los medios posibles su devoción por Boca Juniors, al ser emboscado y apaleado por hinchas de River Plate a la salida de un clásico, no tuvo mejor idea que gritar “No me peguen, soy Giordano”, frase que él creía mantra protector y que se transformó inmediatamente en cruel chiste popular. El decía “soy Giordano” y decía luces de neón, pasarelas, modelos bellísimas, sofisticación, lujo, creyendo que sus agresores no podrían sino rendirse ante su mismo altar. Los hinchas de River, que le pegaban precisamente porque era Giordano, simplemente veían confirmada la identidad de su víctima y arremetían con más violencia.

En algunos artículos, como en los que habla de Bucay, Faena y “el Angel” Etchecopar, hay quizás un hilo conductor más evidente: la estupidez autorreferencial. Bucay con su discurso místico, barato y autorreferente. Faena, con su delirio de Nerón previo al incendio de Roma -construiste un hotel, Faena, no una nueva religión, bajá un cambio-, quien sufre la pequeña venganza del cronista al apagar su grabador antes de tiempo y mostrarse indiferente ante su divagaciones. Etchecopar, con su ¿humor? barato, agresivo, prefascista, y, cómo no, autorreferente. Presumo que hay distintos grados de grasa: el grasa que se ha perfeccionado construye un discurso circular, con él en el centro, cuyo contenido es incomprensible o idiota… y muchas veces los dos al mismo tiempo.

Lo que lleva a una paradoja: no se sabe si hay quienes han logrado hacerse famosos por decir estupideces o si es la fama que los habilita a decirlas con impunidad. Una especie de paradoja del huevo y la gallina aplicada a los grasas que han conseguido celebridad.

El libro también se hace espacio para incursionar en algunas costumbres legislativas, vinculadas al patriotismo acomplejado, a la mediocridad de algunos de nuestros representantes y a la fantasía reaccionaria de pensar que los símbolos son autónomos de los valores que deberían expresar (y peor: aún más importantes que ellos). La historia, al fin y al cabo, suele no enseñar nada (o los ciudadanos insistimos en no aprender, quién sabe), y siempre existe la tentación de construir una estética de Alemania del Tercer Reich. El artículo habla sobre la pretensión de una legisladora que de aprobarse hubiera obligado a mostrar la bandera argentina durante un lapso mínimo en todas las producciones cinematográficas nacionales, medida que quizás fuera bienvenida por Rodolfo Ledo, quien también se ha hecho digno merecedor de un artículo en Grasa.

Un párrafo especial merece el artículo-ensayo dedicado a Marcelo Tinelli, en el que Becerra hace una lúcida descripción del estilo Tinelli, de la evolución (?) de Videomatch, de sus producciones más ambiciosas, del humor fascista que siempre se mantiene a pesar de los cambios y de la farsa caritativa de bailando/patinando/pelando por un sueño.

El macrismo, los especialistas de los noticieros televisivos, los periodistas de fútbol encabezados por el ubicuo y sinuoso Fernando Niembro, las grupies, la fugaz estrella de Madonna Quiroz y su abogado el ecológico ex juez Llermanos, los refinados mercaderes de arte como Zaldívar -a quien horroriza la idea de que el arte pueda reflejar la sociedad, recuerda aquella viñeta de Mafalda donde el magnate pretende que la pobreza no es pobre sino pintoresca-, tienen su lugar en esta variada galería que Becerra nos presenta en sus relatos.

Grasa, retratos de la vulgaridad argentina: huelga decir que lo recomiendo vivamente para acompañar la heladerita y la sombrilla cuando nos acerquemos a la playa o a la pelopincho.

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Patriotismo acomplejado /2007/06/patriotismo-acomplejado/ /2007/06/patriotismo-acomplejado/#comments Wed, 20 Jun 2007 12:54:40 +0000 /?p=144 Seguir leyendo Patriotismo acomplejado ]]> Hoy se recuerda la muerte de Manuel Belgrano, prócer de la independencia de la Argentina y creador de la bandera, símbolo máximo de la patria que nacía en los diez últimos agitados años de su vida.

En su honor se celebra el Día de la Bandera, y en consecuencia las tapas de todos los diarios reflejan la presencia de la bandera más larga del mundo en los actos previstos. Una bandera de 13.000 metros de largo.

En el trayecto matutino hacia las obligaciones escolares de los niños y laborales de los padres, tuve la oportunidad de escuchar al mentor de esta ridícula obra de acomplejado patriotismo.

Es decir: los conceptos vertidos por este señor (lleno, no lo dudo, de buenas intenciones) ratificaron mi idea de que esta bandera expresa un patriotismo minusválido y vergonzante, que necesita expresar su importancia en cientos de miles de metros cuadrados de tela real porque no percibe, o peor aún, ha perdido importancia simbólica. Y la bandera es eso: un símbolo; que vale más en dos centímetros de tela condecorando la solapa de quienes se sienten cobijados por ella que por esa monstruosidad confeccionada con el objetivo de ingresar en la más conocida enumeración de sucesos ridículos. Sí, el libro Guiness de los récords.

¿Tanta es la necesidad de reconocimiento nacional, tan acomplejado se encuentra nuestro fervor patrio que cientos de personas se juntan para que la bandera aparezca en el Guiness? Una estupidez en toda la línea.

Y disculpe el que crea que estoy siendo irrespetuoso: es que en los últimos días he leído tantas noticias acerca de personas desprotegidas que han muerto de frío que no puedo evitar indignarme. Y han muerto en la misma patria que esa enormidad inservible de 13.000 metros de largo representa (pero que no la representa más que los pocos centímetros que mencionaba más arriba); quizás unos pocos metros de esa tela les hubieran brindado cobijo real y no mero amparo simbólico.

Decía el creador de este engendro que en las escuelas se ponían alcancías para que los niños aportaran sus monedas a la concreción de esta obra. ¿Pero cómo se honra mejor la memoria de Belgrano y la bandera misma? ¿Convirtiendo a la bandera en un fetiche que hay que adorar per se con patéticas obras faraónicas o enseñando que la bandera es símbolo de nuestra unión como pueblo y que esas monedas pueden ayudar a compatriotas abandonados en la miseria por nosotros mismos?

En fin, no cuenten conmigo. No necesito récords ridículos. Los dos centímetros cuadrados de cinta celeste y blanca que engalanan mi pecho me alcanzan y me sobran.

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Las tizas no se manchan con sangre. /2007/04/las-tizas-no-se-manchan-con-sangre/ /2007/04/las-tizas-no-se-manchan-con-sangre/#respond Sat, 07 Apr 2007 21:43:44 +0000 /?p=141

Hoy somos todos Carlos Fuentalba.

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Qué fiaca… /2007/03/que-fiaca/ /2007/03/que-fiaca/#comments Thu, 22 Mar 2007 21:01:07 +0000 /?p=139 Seguir leyendo Qué fiaca… ]]> …es lo que primero viene a la cabeza cuando uno se da cuenta que la última entrada en este blog data de hace un mes atrás. Y cuando pienso en la palabra fiaca, me acuerdo de una curiosidad que tuve durante muchos años y que Roberto Arlt -como no podía ser de otra manera- supo contestar.

Resulta que en estas costas del Río de la Plata, la fiaca se entiende como un desgano infinito e insuperable, mientras que en la costa de enfrente, como sabrá cualquiera que haya aprendido a hablar uruguayo básico, significa hambre, y no poca.

Siempre me había parecido sorprendente que un vocablo del habla popular tuviera significados tan precisos como diferentes a pocos kilómetros de distancia.

Hasta que encontré un aguafuerte del amigo Arlt, que escribe en una época cercana a las corrientes inmigratorias de principios del siglo XX. Ya en aquel entonces esta palabra se utilizaba como sinónimo de desgano, pero la memoria popular aún recordaba al padre de los gemelos fiaca.

Dice el autor de El juguete rabioso, en 1933: “La “fiaca” en el dialecto genovés expresa esto: “Desgarro físico originado por la falta de alimentación momentánea”. Deseo de no hacer nada. Languidez. Sopor. Ganas de acostarse en una hamaca paraguaya durante un siglo. Deseos de dormir como los durmientes de Efeso durante ciento y pico de años.”

Y agrega: “Comunicábame un distinguido erudito en estas materias, que los genoveses de la Boca cuando observaban que un párvulo bostezaba, decían: “Tiene la “fiaca” encima, tiene”. Y de inmediato le recomendaban que comiera, que se alimentara.”

Eureka. La palabra, en estas costas, ha heredado la parte del sopor, en la orilla de enfrente, la parte de la inanición. Si al fin y al cabo las herencias sociales y culturales se comportan muy parecidas a las genéticas y naturales.

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El mapa del prejuicio /2006/01/el-mapa-del-prejuicio/ /2006/01/el-mapa-del-prejuicio/#comments Thu, 19 Jan 2006 12:37:39 +0000 /?p=65 Seguir leyendo El mapa del prejuicio ]]> A través de Microsiervos encontré este curioso e interesante “Mapa del prejuicio“:

mapa del prejuicio

Está hecho a partir de realizar una simple pregunta en Google: “los [pon aquí la nacionalidad que sea] son conocidos por …”.

Como se ve en el recorte de arriba, para escándalo de nuestra infinita vanidad, en el mapa no figura la Argentina. Sí Brasil, que según los internautas es la patria de informalidad, la fiesta y el bikini; también Bolivia, a cuyos habitantes le achacan alguna dificultad de entendimiento e impuntualidad.

Para restañar el orgullo nacional herido, hice la consulta pertinente y resulta que:

  • Los argentinos somos arrogantes y exagerados (al estilo texano agrega alguien por ahí). Ya algún visitante extranjero me ha hecho saber su hastío de escuchar a cada minuto frases como: “la avenida más ancha del mundo”, “la montaña más alta de América”, “los mejores campos de la Tierra”, “las mujeres más lindas”, etc. Aunque lo de las mujeres más lindas despierta al menos la suficiente curiosidad como para intentar verificarlo, cosa que no siempre sucede con las otras aseveraciones.
  • Los argentinos somos conocidos por el asado, y más en general por la carne.
  • Los argentinos somos tramposos. Las referencias apuntan al tenis y al fútbol.
  • Los argentinos somos noctámbulos. Cenamos tarde, tenemos una vida nocturna intensa y alocada

… excepto por lo del asado y lo de la vida nocturna “intensa y alocada” casi nos han hecho un favor al dejarnos afuera.

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