En la lista de artefactos con accesorios ridículos, agreguen un conversor/sintonizador para TV digital provisto por empresa de TV satelital (aunque supongo que debe ser genérico) con un LED en su frente que indica el encendido y que tiene más potencia que el sable láser de Luke Skywalker.
Vas a poder disfrutar de multitud de canales en tu cuarto, eso sí: no vas a poder dormir nunca más con ese punto azul brillante que insistirá clavarse en tu retina aún a través de los párpados.
Intentarás ubicar el conversor de manera tal que el LED no apunte directamente a tu rostro, pero en ese caso el sensor receptor del control remoto -que se encuentra al lado del indicador de encendido- quedará fuera de alcance y habrás retrocedido 40 años en tu experiencia como televidente.
Apagar el conversor también es posible, y con esa operación el resplandor azul que baña la habitación desaparece, pero la próxima vez que lo enciendas tendrás que esperar quince minutos a que cargue la programación actualizada.
Pero no sólo hay malas noticias: tendrás infinitas horas en vela para insultar al genio del LED, a su familia y a sus empleadores.