Tanto tiempo sin escribir una entrada… pero algunas opiniones sublevan. El tema del matrimonio entre personas del mismo sexo no me llamaba mucho la atención, más allá de la solidaridad más teórica que práctica con quienes se sintieran discriminados por el actual estado de cosas. Pero de pronto uno escucha a los defensores del matrimonio tradicional y no es posible quedarse tranquilo en la silla.
Por ejemplo, leo en La Nación a un lector que dice:
Si se erradica el concepto matrimonio-institución como el mejor cauce para que nazcan los hijos, y se lo reemplaza por el de matrimonio-derecho, simple sociedad de socorros mutuos entre adultos, con menos contenido y requisitos que una SRL estamos devaluando el matrimonio.
Y dan ganas de contarle al señor que afortunadamente la Ley de Matrimonio Civil que consagró al “matrimonio-derecho” data de 1884, y ya desde entonces se ha devaluado el matrimonio, según ese particular punto de vista. Desde hace más de un siglo que quien desea celebrar un contrato -y no una “unión sagrada”- está en todo su derecho de hacerlo.
Por supuesto que lo contrario también vale: quien desea que un cura bendiga su matrimonio puede hacerlo, y es natural que en esta ocasión la religión establezca sus normas.
Pero cuando los contrayentes no convocan al cura, ¿por qué éste -y/o sus acólitos- se sienten con derecho a irrumpir? Si un señor desea establecer un contrato matrimonial (ése que se supone devaluado) con otro señor, o una señora con otra señora… ¿cuál es el gran problema?
Señores religiosos: nadie les está pidiendo la bendición. Digo, por si no se han dado cuenta.
Como decía María Elena Walsh sobre la pena de muerte, mucha gente siente que vivimos en un país-jardín-de-infantes donde la moral debe ser determinada por un grupo de iluminados que saben lo que es bueno para los demás…
El matrimonio fue una institución de la modernidad, y los hijos los trofeos de la burguesía. Ahora estamos en una sociedad muy diferente que muestra la diversidad que antes ocultaba como “desviaciones”. Muchísimo mejor. 🙂
Entonces que el matrimonio se llame de otra forma:
Contrato legal entre dos entes, puede ser un ejemplo.
Para empezar el matrimonio no es mas que un acto cultural y religioso, entre dos personas de diferente sexo, las cualidades legales no son mas que agregados como efecto al nuevo mundo con nociones de propiedad de lo material, ademas el matrimonio es un lazo puramente femenino dado que la necesidad de una union constante y cuidado del otro lo necesita pura y exclusivamente la mujer como en cualquier otra parte de la naturalesa…
ahora que alla hombres que gusten de hombre y mujeres de mujeres no le veo la gracia adquirir un acto cultural que esta totalmente ajeno a su modo de vida… quizas si por el lado legar…
Pero eso seria como un contrato legal sin sentido mas que lo material… entonces no deberian estar pidiendo por el matrimonio corriente si no por una nueva forma de contrato.
Daniel: yo me casé y mi casamiento no tuvo nada de acto religioso. Por supuesto que en cualquiera de sus formas es un acto cultural, pero eso no quiere decir que sus características sean inmutables a lo largo del tiempo.
Con lo demás, me perdí. No entiendo qué quiere decir “agregados como efecto al nuevo mundo con nociones de propiedad de lo material” ni eso de que es un lazo puramente femenino.