Confieso que no he seguido mucho tu trayectoria, aunque supongo que por aquel personaje que hacías en Vulnerables recordarás algún concepto elemental del psicoanálisis. Por ejemplo, que más importante que lo que se dice es lo que se niega, se disimula, se oculta o se omite.
De tu participación en el lobby “pro canon digital“ sólo conocemos una frase tuya: “Lo que prima sobre cualquier número es el derecho de propiedad intelectual”.
Muy de porteño progre tu declaración, muy de artista preocupado sólo por las cuestiones del espíritu. Podrías haber dicho “no es por la guita, la guita te la regalo, es por respeto, por valores, por cosas más importantes que la guita” y hubiera sonado parecido.
Y mencionás “derecho de propiedad intelectual”, como si se tratara de una ley de la física, una cualidad que surge de la naturaleza de las cosas, una obviedad.
Empiezo por lo último. Los monopolios de explotación de las obras intelectuales no son una consecuencia de las fuerzas de la naturaleza, sino un invento del hombre, por lo demás, bastante reciente. Llámese copyright o derecho de autor, estas normas surgieron como regulaciones industriales para promover una actividad que hoy en gran medida ha perdido su razón de ser. ¿O es acaso necesario un aparato industrial para duplicar todo aquello que sea digitalizable? ¿O para distribuirlo alrededor del mundo? ¿No será hora de repensar estos derechos, o por alguna razón se habrán convertido en dogmas de fe? No hace bien al porteño progre adscribir a dogmas, Jorge, menos a los que a esa condición suman la de artista.
Y termino por lo primero. Cuando vas a hacer lobby para tratar de imponer un canon digital estás hablando de números, y sólo de números, aunque lo niegues y aunque prefieras decir “números”, que es más elegante que decir dinero, plata, guita, mosca, biyuya, tela, botín. Ninguno de los derechos morales que te corresponden por autor o intérprete de una obra entran en esa discusión. Por más que lo disimules, lo niegues o lo intentes justificar, se trata sólo de números. Estás exigiendo que cada vez que la cooperadora de una escuela o del Hospital Garraham necesite computadoras, las tenga que pagar más caras para que te toquen algunos de esos mangos de más (como se señala muy acertadamente en Vía Libre).
De eso estamos hablando.
Estoy completamente de acuerdo contigo en lo irracional de la propuesta (aunque no inesperada, la industria logró esto mismo con los cassettes en EEUU en su momento, siguió con los CD’s y hoy en día este canon está en vigencia en otras partes del mundo, como bien recordás hace un par de entradas). Lo que me resulta extraño es la confusión con respecto a los derechos de autor, el copyright (no son lo mismo), y a su vigencia, que leo últimamente.
El derecho de autor no es una regulación industrial, es básicamente la retribución que recibe un autor por la difusión de su obra. Las discográficas no perciben un centavo (las editoriales si, siempre y cuando uno elija editar la obra, cosa que no es en absoluto necesaria).
Para no extenderme demasiado, mejor un ejemplo. Si yo compongo una canción y la graba Mercedes Sosa, vende miles de discos y cobra decenas de miles de pesos (o más) en sus recitales usando mi canción, una parte de eso me corresponde.
No es cierto que los derechos de autor sean intrascendentes hoy en día porque “un disco pirateado significa difusión”. La difusión es, en todo caso, para el intérprete, que puede transformarla en oportunidades para tocar, vender merchandising, etc, mientras que el autor sólo podría beneficiarse de los recitales en los que el intérprete tocara la obra en cuestión.
En resumen, un grupo que toca temas que escribe puede reestructurar su “modelo de negocios” para no cobrar por sus composiciones, pero cobrar más por sus interpretaciones en vivo, o lograr que la difusión redunde en mayor reconocimiento público que derive en otras oportunidades, pero el autor profesional, a menos que cobre por escribir (como es el caso específico de la música para publicidades, películas, etc) no puede generar ingresos si se da por tierra con el derecho de autor.
Puede parecer una distinción un poco fina para algunos, pero estoy seguro de que un enorme porcentaje de argentinos (y varios extranjeros) conoce y disfruta de “Alfonsina y el mar”, y que en general no lo hacen gracias a versiones presentes en discos de Ariel Ramirez. Aún más evidente es que los letristas y poetas deberían dedicarse a manejar taxis, porque en general no tocan ni el timbre, así que ni siquiera pueden ilusionarse con llenar un teatro por ellos mismos.
Los autores necesitan del derecho de autor para subsistir, no me parece feliz que gracias a lamentables propuestas como este canon se desdibuje el lugar legítimo que ocupa el derecho de autor para los compositores, y, peor aún, que se la incluya en discusiones pertinentes a copyright y patentes como si de lo mismo se tratara.
Agradecido desde ya de leer otras opiniones al respecto.
Un saludo cordial.
Gracias por el comentario, Juan. En lo que respecta a los derechos patrimoniales, copyright y derecho de autor son indistinguibles. Y en mi opinión, sí funciona como regulación industrial: más allá de quien lo cobre, si editor, autor o intérprete, determina un monopolio de copia y distribución.
No conozco cómo cobra un autor por la interpretación de sus obras, pero parece haber una relación directa con la eficacia del modelo de negocio que escogan sus intérpretes: cuanto más eficaz sea, cuantos más ingresos genere, significarán mayores ingresos para el autor. En todo caso, te pediría que amplíes.
Gracias!
No hay duda de que Juan Miguel dice bien cuando afirma que “los autores necesitan del derecho de autor para subsistir”. Y la comunidad necesita de sus autores, de sus creadores, porque ellos son los que expresan, dan forma, hacen visible la cultura de una sociedad.
El punto es cómo se articula el derecho del autor con el derecho de la sociedad a acceder a la cultura, de manera que ambos derechos sean satisfechos.
Estamos inmersos en un sistema generado hace un siglo o más (nuestra ley argentina es de 1933). No se puede entender que aun no se haya ajustado a las realidades de las nuevas tecnologías cuando están influyen tan fuertemente en el modo de producir y distribuir bienes culturales, a menos que se advierta que mantener ese “limbo” legislativo es funcional a los intermediarios que tuercen y retuercen la interpretación de la normativa vigente para seguir en un negocio en una época rentable y ahora más que fuertemente rentable si se le aplican los nuevos recursos técnológicos, MÃS los recursos extorsivos a que los interesados no vacilan en acudir.
Juan Miguel agrega: “no me parece feliz que gracias a lamentables propuestas como este canon se desdibuje el lugar legítimo que ocupa el derecho de autor para los compositores”. Cierto. Como tampoco es feliz que los intermediarios mezclen en la misma bolsa al que copia y vende obra ajena -lucro ilícito- con el que comparte archivos de la misma manera en que siempre se compartió, por ejemplo, un libro. Curiosamente a los que están vendiendo en las calles nadie los persigue. Y sí se pretende criminalizar al que comparte sin ánimo de lucro. ¿Y por qué es así? Porque los que comparten son muchos más, son millones en el mundo, y ahí hay una buena tajada que, claro, no nos la vamos a perder, no señor…
Ha llegado la hora de sentarse a la mesa para que los creadores apliquen su creatividad a generar nuevos modos de liberar sus creaciones. Compositores, poetas, intérpretes, actores, artistas plásticos, literatos, autores de obra científica, científicos hoy encorsetados por patentes muchas veces irracionales, todos y cada uno de los colectivos debería aportar para llegar a la sociedad de la manera que hoy es posible. Los intermediarios también pueden tener su lugar, siempre que acepten prestar sus servicios donde sean necesarios, y no arrogarse el papel de dueños de la cultura que hoy pretende tener la industria del entretenimiento, que no de la cultura.
Creatividad, brain storming, escucharse unos a otros, valores morales, buena voluntad… son los ingredientes para un diálogo del que surjan nuevos modelos de negocios.
¿Cuando comenzamos?
Patricio y María Elena, gracias por responder.
Patricio, es totalmente cierto que el autor depende de la eficacia del intérprete, pero no todos los ingresos del intérprete son compartidos por el autor. El ejemplo más evidente sería el de un músico que hace sus propias copias “caseras” de su disco para vender en sus recitales. De más está decir que es impracticable (incluso indeseable, en pos de la circulación libre de la cultura) limitar acciones tan privadas y con un alcance tan acotado como una veintena de discos en un recital, aunque en este caso no haya dudas de que existe el ánimo de lucro, ¿verdad?
Yo creo -no es más que una opinión- que el problema no es necesariamente técnico-legal, sino más bien cultural (aunque estoy de acuerdo con María Elena en que los vacíos legales son peligrosos).
Si al momento de la primer venta de un disco, éste aparece en internet y nadie lo compra nunca más, es evidente que la inversión (a veces de decenas de miles para un artista local…) es imposible de recuperar. La solución parecería ser, para algunos, tocar en vivo… Pero uno también puede ir a sentarse en la puerta del local, o a unas cuadras si es un estadio, y escuchar el concierto sin pagar. ¿La idea es prohibir el tránsito en un radio determinado de un recital para evitarlo también, si esto sucediera? ¿Los peatones serán acusados de delincuentes por hacer uso del espacio público?
Por supuesto el ejemplo es extremo al ridículo, pero me sirve para ilustrar un punto que creo que vale la pena repensar en esta discusión. No creo que tenga sentido criminalizar a todo aquel que potencialmente pueda beneficiarse a expensas de los artistas (aunque sería hora de perseguir a la industria de la copia pirata… y sería hora de que todos pudieran tener un trabajo digno… ¿o será que los vendedores de la vereda de enfrente de mi casa prefieren trabajar en negro y en la calle en el frío invernal, sin derecho a enfermarse o jubilarse?). Creo que tiene mucho sentido recordar que los artistas viven del apoyo y las ventas en sus diversas formas. Si el disco no te interesa y sólo querés descargarlo porque está ahí, allá vos. Si el disco te interesa, lo escuchás y disfrutás y querés compartir con alguien más, ¡hacelo! Pero por favor además compralo y andá a alguna presentación en vivo… No porque sea “lo correcto”, o por suscribir con una moralidad maniquea, simplemente porque te conviene que el artista siga trabajando.
¿Es demasiado utópico, pensar en el apoyo de las personas más que en el de las leyes?
Gracias nuevamente por las respuestas, y por el trabajo en el blog (por el cual ningún lector paga tampoco).
Juan, pasa que vos estas dando por sentado que cuando se pone a compartir (sin animos de lucro) un disco en internet NADIE lo va a comprar. La realidad muestra que las copias fisicas del disco de todas formas se venden. No me voy a poner a hablar de numeros, porque casualmente los unicos numeros de los que disponemos son los de las compañias multinacionales y lisa y llanamente no son confiables.
Lo que pasa es que las discograficas estaban muy acostumbradas a tener el control sobre lo que la masa consumia. Si esta semana deciden que el Unplugged de Ricky Martin esta de moda, pues esta de moda y todo el mundo a comprarlo. Mañana deciden que es Daddy Yankee y a hacerles caso. Los medios verticales (TV, radio y prensa escrita) les eran funcionales a esto, solo les bastaba con acordar un contrato y ya. Asi tenian la atencion de la masa concentrada en solo unos cuantos productos (me niego a decirles artistas) los cuales logicamente eran superventas porque los supervendian a la demanda que ellos mismos crearon via medios verticales.
Internet es un medio horizontal (bueno, mas o menos). Es un medio en el que no hay una voz divina y unas orejas inferiores que les hagan caso. Aca todos tenemos (mas o menos) la misma altura y la misma chance de expresarnos. En este ambito nadie puede imponer nada, mucho menos masivamente, aca la que maneja el mazo es la “audiencia”, el que decide que se lee, escucha y ve es el receptor, no el emisor.
A eso sumale que gracias a las descargas de musica ahora es posible probar un disco y tomar una decision INFORMADA antes de comprarlo o no. No tengo yo acaso derecho a no comprar un disco que no me gusta? El modelo de las multinacionales no me deja probar el disco completo varias veces antes de saber si lo quiero comprar o no, me tira un par de “hits” a lo sumo y si el resto del disco es una porqueria y lo compro me ensarto.
Como dijo Marrale, esto no se trata de plata. Se trata de control. Perdieron la capacidad de mandar y controlar a la masa borrega para que les compre lo que ellos tienen ganas de venderle. Y estan asustados por eso, no es por la plata que les sobra, lo que se les esta escapando de las manos es el control.
Chicho, lo que vos decís es lo que yo quiero decir también. No estoy diciendo que cuando el disco sale en internet nadie lo compra, sólo que si así fuera esto sería un problema, y es el argumento esgrimido para prohibir las descargas.
Tus últimas líneas y las mías dicen algo similar: no hay daño en bajar un disco que esté en internet, siempre y cuando apoyes al artista comprándolo o yendo a un recital en caso de que te interese. Si el material no es interesante, no ibas a comprarlo, así que nadie está perdiendo dinero.
Ahora, que los éxitos de ventas son culpa de las multinacionales y los medios y que la gente no tiene nada que ver, o que descargar ilegalmente es la única forma de probar si un disco me gusta (cuando hay disquerías con auriculares o tiendas online que ofrecen fragmentos del CD para evaluar)… Bueno, no lo comparto del todo.
Un saludo.
Bueno ahi se pone subjetiva la cosa porque para mi no es suficiente unos fragmentos. Yo escucho mas que nada rock progresivo, y te aseguro que es un genero que tenes que escuchar cada obra varias veces para “cacharla”, incluso para saber si te gusta o no. Necesito (y creo que tengo el derecho) saber si la obra me gusta en su totalidad para comprarla o no.
El razonamiento que hace la gente de las discograficas (en el caso de las “perdidas” que tanto lamentan) es:
Disco sale -> Disco se comparte en internet -> Gente baja disco -> Gente no compra disco.
Cuando todos los que tienen algun contacto con internet saben que la realidad es asi:
Disco sale -> Disco se comparte en internet -> Gente baja disco -> Gente vomita -> Gente no compra esa mierda ni en pedo.
También funciona al revés, Chicho. El último ejemplo es Monty Pithon: pusieron todos sus videos en archivos de alta calidad en YouTube y sus ventas en Amazon crecieron un 23.000% (veintitrés mil por ciento, por si es necesario aclarar).
Si sos artista, lo más probable es que tu público te quiera bien, es una estupidez tratar de chorros a tus propios fans.
Exacto. No lo queria mencionar porque quizas alguien que no este de acuerdo lo descarte atribuyendo el exito a otros factores.
Lo que es cierto es que ponerte del lado de las discograficas y los talibanes del copyright te hace muy mala imagen para la gente. Eso es lo que no entiende gente como Gieco y Marrale.
Patricio, ¿cómo se inserta en estos temas el decreto reglamentario de la Ley de Propiedad Intelectual por el que convierte a Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), en la única “sociedad de gestión” encargada de percibir el derecho de autor a los directores de cine y cualquier otra forma audiovisual en el territorio nacional? ¿Es algo meramente administrativo o puede generar issues como los de la música que tanto se debaten?
No al canon digital…!!!
Detective Canon: El futuro Nemesis de la Sociedad Digital… en
http://www.patodoc.com/detective-canon-el-futuro-nemesis-de-la-sociedad-digital/
Muy buen blog… 😀 Saludos
Hola a Todos !
Desde mi experiencia, entiendo por Canono Digital a la: ” devolucion en $ de aquello que te quitan, te roban mejor dicho…”
No entiendo como pueden darle tanta trascendencia, importancia e incluso permitirse llegar al enojo, siendo q lo q estamos cometiendo ( Me inlcuyo, por supuesto ) al musica, peliculas, etc es un crimen.
Nosotros nos enojamos cuando nos roban a nosotros, porque defendemos lo nuestro… pero en este caso, como no nos conviene, preferimos criticar y decir que tanto Gieco, como Marrale, entre otros… son unos chantas.
NO TIENE SENTIDO.
Y agrego… me encanta tanto Gieco como MARRALE, pero si hubiese sido cualquier otro, agregaria el mismo comentario.
Que lindo Marrale, ademas de Hermoso, un Señor… hacia falta un comentario de Mujer, no?
Besos Para Todos, Victoria.
Victoria, ¿estás segura de lo que decís? ¿Te parece que comprar un CD y luego pasarlo al mp3 para escucharlo cuando salís a caminar es “robar”? ¿En serio creés que es lo mismo quitarlo algo a alguien (de manera que no tenga más ese algo que le quitaste) que copiar las canciones que más te gustan de tus CDs comprados con todas las de la Ley para poder escucharlos en el auto?
Te pregunto porque ése es el argumento del canon digital.