Cuando leí, hace unos días, las crónicas que daban cuenta del desempeño del vicepresidente Cobos en Facebook, terminé de verificar que la política vernácula ha puesto finalmente sus ojos en internet.
Hasta hace muy poco (y aún hay quienes persisten en ello), internet era para los políticos apenas un medio de publicidad que venía muy lejos detrás de la televisión, la prensa escrita y la radio. Hace un par de años comenté algunas desventuras bastante habituales cuando personajes públicos (políticos o no) intentan asomarse por la ventana del navegador. En aquél entonces utilicé como ejemplo al mediático Beto Casella, pero es justo señalar que lo de los políticos era mucho más pobre que lo del pobre Beto: en general, la presencia en internet se limitaba a sitios pobres en contenido, muchas veces estáticos, con criterios publicitarios propios de los medios gráficos trasladados al cieberespacio, con pobres mecanismos de diálogo con su público, sin ninguna gestión editorial. Claro está, con algunas excepciones.
Desde entonces hasta hoy, aunque con mucha torpeza por lo general, parecería que se han recorrido algunos metros: internet ha dejado de ser apenas la hermanita pobre de la publicidad (en la percepción de los políticos), y de hecho ya no es sólo un sitio para hacer publicidad; algunas herramientas de muy fácil uso, como los blogs o los gestores de contenido han permitido que cualquiera pueda tener un sitio al menos decente y que además obligan a algún mecanismo de gestión de contenidos y del feedback, y se comienza a prestar atención sobre los mecanismos de interacción social de internet.
La presencia de los políticos en las redes sociales no es el único indicio: hay muchos dirigentes que han desarrollado sitios muy respetables que no se limitan a lo informativo o publicitario, e iniciativas gubernamentales como la idea del Portal Argentino en el Estado Nacional, o los múltiples blogs del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires indican que hay por lo menos una búsqueda en todos los arcos del mapa ideológico.
La utilización de estas herramientas en la campaña norteamericana seguramente ha sido de enorme influencia: Barack Obama ha sido capaz de exprimir la web para conseguir votos y dinero de una forma en que ningún político lo había hecho antes.
De hecho, los intentos no sólo pasan ahora por comunicar sino por construir relaciones, convocar a tareas específicas y organizar distintos aportes y esfuerzos.
Pero hasta ahora se ve y se intenta imitar sólo esta dimensión del uso de internet por parte del equipo de Obama: su potencia como herramienta de comunicación. Lo otro, que consiste en la posibilidad de conocer y escuchar con precisión a los ciudadanos, todavía parece no haber sido percibido.
Vía Enrique Dans llego a un artículo de Bussines Week, que cuenta cómo los asesores de Obama han trabajado sobre los datos de internet, donde la información sobre los votantes ha sido diseccionada a niveles desconocidos por la práctica política tradicional, pero no por el marketing comercial que hace tiempo trabaja con técnicas de microsegmentación
Y como bien señala Enrique Dans, “la verdadera ventaja no se obtiene utilizando Internet como herramienta de campaña, sino permitiendo que Internet cambie la manera de hacer política, de escuchar y conocer al ciudadano“. Ya veremos quien lo descubre antes.
Comentarios recientes