Es sabido que el Diccionario de la Real Academia Española no pasa por su momento de mayor prestigio. No porque sea un mal diccionario, porque de hecho no lo es. En el caso de la lengua española sigue siendo una de las referencias más importantes.
Pero su españocentrismo (si es que existe el término) es a veces insoportable y mucho más cuando se atribuye autoridad normativa sobre el idioma. Para muestra, un botón:
(Del fr. sud, y este del ingl. ant. sûþ).
1. m. Punto cardinal del horizonte en dirección al Polo Sur, que coincide con la posición del Sol a mediodía. (Símb. S).
Desde mi casa, el sol al mediodía suele estar cerca del cenit, ligeramente (o no tanto, depende de la estación del año) inclinado hacia el norte; jamás hacia el sur, como sucede con cualquier punto de observación situado al sur del trópico de Capricornio.
¿Qué dirá la Real Academia del norte? Pues la misma burrada, sólo que al revés:
norte
(Del fr. nord, y este del ingl. ant. norþ).
1. m. Punto cardinal del horizonte en dirección opuesta a la situación del Sol a mediodía. (Símb. N).
7 comentarios ↓
Falta que la definición de ombligo la ilustren con un mapa de Madrid
Buenísimo!!
¡¡Hereje!! Estáis blasfemando. Nadie sabe más que la RAE sobre el idioma, y si la RAE dice que el Sur es así, pues es así y a callar. Os corresponde aceptar Su sagrada Palabra, que no sóis quién para contradecirla, no importa que seais geógrafos con el Nobel a cuestas. Seguid así y ardiréis en el infierno de los herejes.
buenismo!
Estimado patricio me gustaría saber si podrías darnos una entrevista telefónica para nuestro programa de radio acerca de “Internet como herramienta cultural” . Espero tu respuesta.
Lo malo es que el diccionario diga burradas, pero todos los diccionarios se equivocan, no hay nada nuevo bajo el sol. Lo feo es que el diccionario, con ayuda de sus seguidores que involuntariamente se convierten en esbirros de una causa sin pies ni cabeza, peca de soberbia cuando se autodesigna como la autoridad normativa de la lengua, sin ver que no se puede normar la evolución natural. Lo peor es que haya quienes de manera ingenua defiendan a capa y espada a este diccionario y a sus engendros, como si la existencia del diccionario borrara del mapa en forma automática a todos los demás diccionarios, pasando por invalidar los usos coloquiales y la palabra escrita en otras formas. Y esta gente que defiende a capa y espada a la Real Academia, siempre utiliza los mismos argumentos falaces, que se resumen en suponer, erróneamente, que se trata de la fuente más calificada. Por definición, no existe quien pueda otorgarle ninguna forma de calificación, salvo aquellos que quieran aceptar el dogma de infalibilidad de la Academia. Pues sólo con la fe se puede aceptar que tal calificación existe, pero esta fe nos exige que cerremos los ojos ante burradas como las definiciones de Sur y Norte. Quienes bajan la cabeza y ciegamente aceptan que la palabra de la Real Academia es el Verbo, pecan de ingenuidad, o pecan de ignorancia, o no son hablantes nativos, o son perezosos y prefieren aceptar lo que se les impone sin cuestionarlo. O alguna combinación.
¡Por qué no te callas, Blog de Humo!
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