Con una resolución de la Corte de Justicia del Estado de Nebraska, Estados Unidos ha abandonado como forma primaria de ejecución legal un instrumento de tortura y muerte que avergonzó a la humanidad durante 118 años: la silla eléctrica.
Cierto es que no se abolió aún la pena de muerte en ese país, razón de ser de este artefacto cruel y degradante que a la indignidad del asesinato legal que ayudaba a perpetrar le agregaba la indignidad de convertir la ejecución en un espectáculo morboso, rémora atávica de las ejecuciones públicas de la Edad Media. Prohibir una forma inhumana de provocar la muerte no implica humanizar el asesinato.
Su uso por casi 120 años sólo se puede explicarse en el morbo de los verdugos y de la comunidad que veía en la silla eléctrica un instrumento de venganza más que de justicia: su primer víctima no llegó a morir y fue necesario repetir el procedimiento; su última víctima demoró tanto que brotaron llamas de su cabeza. En 1946, un reo llamado Willie Francis no murió: un carcelero ebrio había instalado mal el dispositivo. Sus abogados exigieron que se diera por cumplida la sentencia, sin embargo al año siguiente Francis debió sentarse nuevamente sobre la dura madera de la silla.
En muchas ocasiones el mecanismo se descompuso luego de iniciado el procedimiento, lo que implicaba que los verdugos debieran repararlo mientras el condenado agonizaba con plena conciencia.
Sacco y Vanzetti fueron asesinados mediante la silla eléctrica, en un proceso que luego de revisado obligó a los verdugos a pedir disculpas a sus descendientes. Pobres disculpas que no reparan dos cuerpos calcinados.
Sin embargo, esta vergüenza no ha sido eliminada del todo en los Estados Unidos: los estados de Alabama, Florida, Carolina del Sur, Kentucky, Tennessee y Virginia siguen previendo el método de la silla eléctrica aunque su utilización queda sujeta a la elección del reo. Se trata de los únicos lugares en todo el mundo que prevén esta forma de ejecución.
Mayor vergüenza aún deberían dar ciertas opiniones: el Gobernador de Nebraska, Dave Heineman, está indignado con la decisión de la Corte ya que se ha quedado sin método legal de ejecución. La mejor noticia no es que se haya cancelado el uso de la silla, sino que forzosamente se suspenden las ejecuciones en ese Estado hasta tanto no se llene el vacío legal que ha dejado a los habitantes de Nebraska sin un mecanismo para llevar a cabo el asesinato estatal.
La resolución de la Corte de Justicia de Nebraska es un paso modesto, pero un paso adelante al fin. Falta que se considere inhumano el asesinato legal, sea cual fuere el método escogido, para que esta vergüenza concluya definitivamente.