Interesante nota de Natalie Angier en el New York Times: Political Animals (Yes, Animals), que también sale en la edición en español para el diario Clarín en la página 6, con el título “Los animales inteligentes también dominan el arte de la política”.
En ella se pasa revista a distintas investigaciones que demuestran que el hombre no es el único animal político y que “la capacidad de agradar y aplacar, de manipular e intimidar, de intercambiar favores y rascar el lomo…” no es patrimonio de nuestros tan humanos candidatos.
Los delfines, por ejemplo, se organizan en círculos concéntricos de grupos amigos y aliados. Parecería que la única diferencia apreciable con nosotros es que comunican sus alianzas y preferencias mediante coreografías de contorsiones, saltos y virajes. Sin embargo, las contorsiones, los saltos y los virajes de los políticos humanos son menos coreográficos, más metafóricos… pero no menos frecuentes.
En el caso de los elefantes son las hembras las que organizan redes extensas que constituyen la base de una robusta y duradera organización social. Los lobos, más inquietos que los pacientes elefantes, suelen rebelarse ante líderes tiránicos y abusadores.
Más cercanos a los humanos, los monos rhesus construyen una organización social y política que es la mayor explicación de su éxito como especie pero a la vez la causa de la mayor parte de sus problemas. “Los individuos no se enfrentan por la comida, el espacio o los recursos, sino por el poder”, señala Darío Maestripieri, de la Universidad de Chicago. Parece que también nos une el hecho de abstraer el poder político de las necesidades materiales del grupo: nuestra política suele tener como objetivo el poder por el poder mismo, huérfana tantas veces de valores y propuestas.
También saben utilizar el marketing: en lugar de besar niños quitan garrapatas, y al parecer sólo de quienes pueden obtener beneficios. En realidad, una cosa más que compartimos con estos primates, a quienes debemos el nombre del factor RH, que tanto la NASA como el Programa Espacial Ruso han enviado al espacio y con quienes tenemos más del 93% de ADN en común. No debería sorprendernos.