Aquél que dice “yo ya estoy demasiado acostumbrado a esta porquería de Windows como para cambiar” o el aún peor “estoy muy viejo para tratar de usar Linux”, haría bien en leer esta columna de Rodolfo Fogwill en el diario Perfil.
Fogwill no es un fanático ingeniero de sistemas que quiere convertir al mundo a alguna religión pagana: es poeta y novelista, y lo dice con todas las letras:
… el chico que no quiere salir a la calle a jugar porque llovizna, el que prefiere obedecer antes que enojar a una autoridad arbitraria, el que se resigna a los caminos trillados que no llevan a ninguna parte para no correr riesgos, el que zappea y zappea esperando encontrar en su cable algo que nunca en la vida le brindó la televisión, el que sigue colgado a la pantalla de Windows porque teme fracasar al cabo de doce horas de intentos con Linux son variantes del pusilánime a las que seguiremos llamando “mariconadas”, resignándonos a esta lengua vulgar como verdaderos maricones que somos, independientemente de la orientación sexual que, con mayor o menor fanatismo, predomine en nuestra vida por esta temporada.
Impresionante.
1 comentario hasta ahora ↓
Hay que echarle valor a las cosas, pero sin pasarse, que el cementerio está lleno de valientes.
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