Eso se ha preguntado Clive Thompson en su excelente y muy completo artículo publicado en el New York Times acerca de la experiencia norteamericana en la utilización de máquinas de votación.
Un sólo párrafo de muestra:
Tan pronto como comiencen las elecciones primarias en New Hampshire esta semana y se desarrollen durante los próximos meses, el comportamiento errático de la tecnología de votación se encontrará, una vez más, bajo un microscopio. En los últimos tres procesos electorales, las máquinas de pantalla sensible al tacto se han convertido en uno de los elementos más misteriosos y controvertidos de la política electoral moderna. Introducidas luego del escándalo del 2000, las máquinas fueron previstas para agregar claridad a los resultados electorales. Pero centenares de veces el resultado fue exactamente el contrario: resultaron impredecibles, y en formas extremadamente raras; los votantes reportaron que su elección cambiaba de un candidato a otro ante sus ojos, las máquinas colapsaban o comenzaban a contar hacia atrás, los votos simplemente desaparecían…
(via Enrique Chaparro, a su vez, via Slashdot)
Cuando se puso el primer semáforo de la historia ocasionó más choques que orden. Muchos años luego de haberse retirado por inútil el invento logró utilizarse de la manera adecuada.
Supongo que nos falta mucho para confiar en algún sistema electrónico para los votos, pero… ¿podemos confiar en los votos con papelitos?
http://www.youtube.com/watch?v=pZSnCZiyob4