Una pequeña parroquia de adobe pintada de amarillo se recorta contra la seca geografía de La Puntilla. Esa sola imagen justifica la pausa en el mediodía riojano, pero no la distingue de otras antiguas capillas de tantos pequeños pueblos agobiados por la sequía entre las Sierras de Velasco y las alturas del Famatina.
La Capilla de la Virgen de la Merced, sin embargo, guarda un secreto en el pequeño recinto: una pintura de Santa Lucía atribuída al pintor español Murillo.
La tela, que muestra el paso del tiempo y de manos probablemente inexpertas, es celosamente custodiada por la señora que porta las llaves de la pesada puerta del templo, y solicita que no haya fotos porque le han dicho que la pintura se arruina. Insistir en que el daño es provocado por el flash y no por la foto no ayuda mucho, pero finalmente admite una tímida y única toma que no le hace justicia ni al cuadro ni al recinto.
Quizás el cuadro sea apócrifo, quizás realmente haya sido pintado por el artista español. No creo que importe demasiado. La magia de encontrarlo en el lugar más inesperado lo hace merecedor de Murillo y nos vamos con esa esperanza.
Me encantó parís, hice igual el recorrido!