Luego de unas semanas de vacaciones, paseando por algunos de los maravillosos lagos de la patagonia (en particular, los lagos Huechulafquen y Traful), vuelvo a la rutina, al trabajo y a la tarea de actualizar, cada tanto, este blog con notas que, vaya sorpresa, se leen mucho más que lo que uno espera.
La primer nota de unas cuantas que tendrán que ver con las vacaciones será dedicada a dos maravillas: las propias vacaciones, como es natural, y la euforia pincharrata.
La crónica es muy breve: tan sólo dos días después de asentar nuestros reales en las orillas del lago Huechulafquen, en el camping de Bahía Cañicul, veo pasar a una pareja que buscaba lugar para acampar, el marido llevaba una camiseta con el escudo de Estudiantes. Se acercan para preguntar alguna cosa, y al momento de contestar lo saludo con el apodo de campeón. Cómo no, me reconoce al instante como un par, un socio, un amigo. “Después te traigo un regalo”, anuncia enigmático y se va.
Nos volveríamos a encontrar al momento de refugiarnos de una tormenta impiadosa, en el quincho del camping cuyas paredes filtraban el agua de la lluvia casi como si fueran de papel. El regalo en cuestión era un afiche doble que hacía refrencias al 7 a 0, al campeonato y a la mística pincha.
Sobrevivió a la noche de tormenta quién sabe cómo. Llegamos algunos días después al lago Traful, y lo recordé cuando entré a la proveeduría Arroyo Blanco (una de las dos o tres proveedurías de Villa Traful) y encontré un foto del equipo campeón colgada en una pared. Ya la empleada de la oficina de información turística nos había contado que en la estación de servicio (única en la aldea, cuyos viejos surtidores no reconocían marca alguna, ni Repsol, ni Esso, ni Shell, ni Petrobrás), un grupo de exaltados había festejado el campeonato, toda una novedad para un pueblito de unos 400 habitantes.
Les prometí un regalo, tal como el chino había hecho conmigo en el Huechulafquen, y uno o dos días después volví con el afiche. Lo dediqué, por supuesto, “a los campeones de la patagonia, flia. Lorente”, y en el acto los dueños de la proveeduría limpiaron una pared de almanaques, listas de precios, papeles varios y pegaron el afiche para presidir el recinto y recibir a los clientes, incluso, a los pobres triperos que pasaban por ahí huyendo del entusiasmo rojiblanco y se chocaban, otra vez, con él.
Me tocó estar adentro cuando un incauto de remera azul y blanca entró a buscar víveres. Tomó una o dos cosas de las góndolas, y de pronto, un desafortunado movimiento estrelló el afiche contra sus ojos. El rostro del pobre tripero mudó a una expresión de desaliento difícil de describir, y luego de unos segundos entregó lo que tenía en sus brazos a sus amigos para salir de inmediato. Se sentó en la puerta de la proveeduría y no volvió a entrar para -supongo- evitar toparse otra vez con el recuerdo de su pesadilla.
Es que debe ser complicado viajar 1.600 kilómetros para descubrir que el campeón sigue siendo el mismo, que el siete a cero siempre sucedió y que en todos lados habrá alguien que lo recuerde con júbilo.
#1 por Juan Ignacio - Febrero 10th, 2007 a las 12:24
muy bueno tu relato , copada la foto y supongo que pasastes unas vacaciones barbaras , un abrazo de leon .
#2 por Silvana - Febrero 11th, 2007 a las 15:14
Hola. Muy bonito el relato acerca de tus vacaciones por el sur argentino, es realmente emocionante que existan Pinchas por todo el territorio de nuestro país. La Mística sigue más viva que nunca. El afiche: un diez.
Saludos de Campeones, y ojalá que esta alegría nos acompañe por siempre.
#3 por Ayuya - Junio 7th, 2007 a las 17:49
jajajaja pasion pincharrata??? si son mas pecho frio ustedes.
#4 por gustavo aguilar - Enero 23rd, 2008 a las 13:28
Un master , jajaja el siete a cero no se olvida nunca mas……………… jajaj VAMOS LEON ESTAMOS EN TODOS LADOS
#5 por teo - Enero 24th, 2008 a las 13:12
jajaja…. fenomenal!!! le arruinaste las vacaciones al amargo tripero…