Grondona sin careta


La alegría por las fiestas no puede empañarse por un sofisma fascista de Mariano Grondona. Dice el pensador argentino, el mismo que saludó la llegada de Onganía y de Videla, “¿debe la Universidad ser democrática?”.

Le ahorraré al lector sensible el repaso de semejante oprobio: la síntesis del artículo es “la democracia en la Universidad le da excusas a la izquierda autoritaria para obstaculizar su funcionamiento, por ende, suprimamos la democracia. Pero además, ¿deberían los que no saben elegir a los que saben?”

Dos breves reflexiones al respecto.

La primera es que usar el accionar de los antidemocráticos como argumento contra la democracia suena, en principio, ridículo, y si consideramos que el argumento lo utiliza un antidemocrático de distinto signo, es directamente patético.

La segunda es que el razonamiento de “los que saben contra los que no saben” (cliché reciclado de aquél pensamiento aristocrático del gobierno de los mejores), no representa más que la reacción contra los logros más sensibles de la Reforma Universitaria. Debería investigarse seriamente por qué un sistema académico y científico que tiene un presupuesto risible y escasa consideración en los planes oficiales de -casi- todas las épocas, conserva una vigencia, vitalidad y fortaleza impensadas en comparación con el de los países centrales.

Mucho tiene que ver la extraña pero vigorosa dinámica política universitaria. Es menester recordarle al pensador Grondona que los concursos de antecedentes y oposición son hijos directos de la democratización de la Universidad, y el hecho que en los jurados haya participación de todos los claustros es la garantía única de renovación y transparencia, contra los cargos heredados y vitalicios de la Universidad decimonónica. Sí, Mariano, eso que usted deplora de los ignorantes juzgando a los sabios.

El proceso vivido en la Universidad de Buenos Aires tiene ribetes deplorables, pero no por la democracia y el cogobierno sino por los reflejos antidemocráticos de muchos de los actores (y no sólo de los dirigentes estudiantiles, aunque hayan optado por la extorsión en lugar del debate). El desafío más apasionante -y también más complejo- será el de construir nuevos consensos y perfeccionar la institucionalidad en lugar de proponer la ley marcial y la vuelta a una universidad con dueños.

  1. #1 por Marcos - Diciembre 29th, 2006 a las 10:23

    Grondona siempre dijo estas barbaridades y otras peores. Digo por la forma que titulaste el ‘post’ pareciera que él alguna vez haya dicho que es democrático :S

    A propósito del tema democracia en la Universidad, el martes apareció un artículo de opinión[1] de un profesor de la Facultad de Ingeniería (UBA). Cito:

    “La dualidad imprescindible en la democracia universitaria es: combinar la libre expresión de todos con la priorización, en los asuntos académicos, de la opinión basada en el conocimiento. Desarrollar este aspecto de la democracia universitaria es un camino de cornisa entre dos precipicios: por un lado, un democratismo como el que proponen los maoístas, stalinistas, trotskistas en el que los temas académicos se resolverían por elección universal, pero cuyo resultado sería inevitablemente el incumplimiento del contrato social entre la universidad y la sociedad; por otro lado, una inaceptable aristocratización del gobierno universitario donde sólo opinarían unos pocos.”

    Llama ‘contrato implícito’ a eso que la sociedad “espera de nosotros, como universitarios”.

    El debate es mucho más amplio, me parece. ¿Que roles la sociedad delega para que los haga sólo un grupo (una elite) en vez de hacerlo en conjunto?
    Yo (sociedad) aporto para que vos (universidad) hagas desarrollo e investigación. O para que vos (fuerzas armadas) defiendas la patria.

    Obvio que hay personas más aptas para una tarea que otras. Y mucha gente usa ese argumento para justificar su comodidad: en vez de hacerlo ellos mismos, pagan para que los hagan otros. Pero en general se desconoce el poder que se le está dando a esas elites con esta actitud pajera.

    Con un argumento parecido podríamos decir que como no todos estamos igualmente informados/capacitados sobre los candidatos a presidentes, entonces delegamos la elección a un grupo específico para que elija por nosotros. Suena a chiste, pero hay mucha gente que le gustaría. Habría que ver cuanta gente votaría si el voto no fuese obligatorio.

    [1]
    http://www.pagina12.com.ar/diario/universidad/10-78233-2006-12-26.html

  2. #2 por Patricio - Diciembre 29th, 2006 a las 11:06

    Gracias por las reflexiones y el link al artículo. Claro que Grondona siempre dijo estas barbaridades, pero viste que hace años que intenta aparecer como el pensador moderno que no es hasta que se le sale la chaveta y aparece (como en el artículo de La Nación) tal cual es, sin maquillaje.

(No será publicado)
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