Hace tiempo que los lobbistas del Primer Mundo llegan a nuestras tierras para promover mayores restricciones sobre los llamados derechos de propiedad intelectual (en particular, regímenes más severos de copyright), medios de control de contenidos más invasivos y adopción de mecanismos tecnológicos y legales de prohibición de copias digitales sobre contenidos diversos como música, multimedia, literatura o software.
Hace unos días le tocó a la TV digital (que aún no existe), y ahora es el turno de Jonathan Band, abogado especializado en copyright e Internet que participó en la elaboración de los borradores de la Digital Millenium Copyright Act (Acta de Derechos de Autor para la Era Digital), ley norteamericana que ha recibido el repudio de organizaciones como la Electronic Frontier Foundation con serios cuestionamientos acerca de sus objetivos como de su proclamada eficacia:
“In practice, the DMCA and DRM have done nothing to stop “Internet piracy.” Yet the DMCA has become a serious threat that jeopardizes fair use, impedes competition and innovation, chills free expression and scientific research…”
En la práctica, la DMCA y los DRM no han hecho nada para impedir la piratería en Internet. Sin embargo, la DMCA se ha transformado en una seria amenaza que pone en peligro el uso justo, impide la competición e innovación, congela la libre expresión y la investigación científica…
Este abogado está en Buenos Aires, y, según nos cuenta Clarín, se está entrevistando con jueces para proponer cambios en la legislación del copright. Suena raro que proponga reformas legislativas a los jueces y no a los legisladores… o no tan raro: la idea del publicitado “vacío legal” en torno a los delitos informáticos es una tentación para legislar con medidas tecnológicas o bien propiciando fallos judiciales “novedosos”. El entorno publicitario y periodístico ya está preparado para aceptar sentencias innovadoras.
La noticia en Clarín es más bien escueta, habrá que investigar un poco más para conocer el detalle de las propuestas de Mr. Band. Sus antecedentes, sin embargo, lo preceden. Lamentablemente.
Gracias, José, por avisarme.