Todos los años, la organización Reporteros sin Fronteras elabora un ránking de la libertad de prensa en el mundo.
Según explican en el apartado metodológico, “refleja el grado de libertad que disfrutan los periodistas y los medios de comunicación de cada país y las medidas adoptadas por los Estados, para respetar y hacer respetar esa libertad”. Para hacer ese ranking, Reporteros sin Fronteras evalúa 50 criterios que comprenden atentados contra periodistas o medios de prensa (desde intentos de censura hasta ataques violentos), nivel de impunidad o sanción de los responsables de los mismos, marco jurídico en que se desempeña la actividad periodística, actitud del Estado frente a la prensa.
La Argentina ha descendido desde el puesto 59 en el reporte 2005 hasta el 76 en el reporte 2006.
En este último informe, por encima de ese puesto se encuentran países vecinos como Brasil (75), Nicaragua (69), Ecuador (68), Uruguay (57), Chile (49) o Bolivia (16). Otros países, más alejados y ubicados en regiones convulsionadas como Bosnia-Herzegovina (19) o Serbia y Montenegro (45), así como una buena cantidad de naciones africanas y del medio oriente, también presentan mejores condiciones para la libertad de prensa que nuestro país.
Bolivia es un ejemplo en este sentido: del puesto 48 en 2002, pasó al puesto 16 en este último informe. En ese mismo período, la Argentina pasó del puesto 42 al 76.
La pregunta es ¿cómo puede ser que en momentos de crisis política y económica como los de 2002 hayan existido más y mejores garantías para la libertad de prensa que en 2006, año de fuerte crecimiento, de estabilidad política y de descenso de la pobreza? Cuando algunos analistas hablan de conceptos como “calidad de las instituciones” quizás se estén refiriendo a cuestiones como ésta.