¿Cuánto tiempo puede vagar un anciano aturdido por las calles de una ciudad sin que necesite algo para comer, un baño, una cama? ¿Cuánto tiempo puede pasar hasta que el anciano intente comunicarse y alguna persona se dé cuenta de que está perdido y confundido?
Jorge Julio López salió hace exactamente una semana de su casa, en Los Hornos, para escuchar el alegato de la defensa en la causa contra Miguel Etchecolatz. Durante el proceso judicial, López fue uno de los testigos principales de ese juicio, donde relató episodios de tortura de los que fue víctima, sufridas a manos del ex Comisario General de la Policía de la Provincia de Buenos Aires durante la última dictadura militar. Nunca llegó a presenciar ese alegato, tampoco pudo escuchar la sentencia que define a los crímenes del jefe represor como genocidio. Desde ese lunes, Jorge Julio López se encuentra desaparecido.
La esperanza de los familiares de Jorge Julio López, y de -quisiera creer- un pueblo demasiado castigado por el horror, es que la ansiedad y los nervios provocaron tal confusión en el anciano que se ha perdido en las calles de La Plata. Sin embargo, cada hora que pasa sin noticias crece la terrible sospecha de que la falta de noticias acerca de Jorge Julio López no es inocente y encierra una gravísima amenaza a la pretensión de justicia, además de hacer temer lo peor acerca del anciano albañil.
Muchos sostienen, creo que con razón, que La Plata fue el sitio más peligroso durante los años del Proceso. Con dos nazis que competían entre ellos en el reinado del terror (el citado Miguel Etchecolatz y el Jefe de Policía Ramón Camps), en la ciudad universitaria otrora jovial, dinámica y comprometida, se impuso la paz de los cementerios de la mano de la brutalidad y el crimen organizado desde el Estado.
La posibilidad de que hoy, a 30 años del golpe de estado, los nazis sigan teniendo capacidad de demostraciones criminales e impunes, sería una muy triste noticia para la democracia argentina.
En La Plata hemos tenido demasiada certeza de que recuperar la soberanía popular no fue suficiente para desmantelar el aparato represivo: cada tanto una tragedia como la de Miguel Bru nos lo recuerda con sangre. Cada vez que queremos creer que no hay más cuevas con dinosaurios escondidos, demuestran su presencia de la peor manera, de la única manera en que saben hacerlo.
Ojalá Jorge Julio López esté en estos momentos perdido pero a salvo, y algún vecino solidario lo acerque a su familia. Cada hora, cada minuto que pasa se me antoja menos probable, y la realidad, para el viejo luchador y para todos, mucho más ominosa.
Comentarios recientes