Sigue la ofensiva pro DRM

Hace unos días, las comunidades del software y la cultura libres se alarmaron por la visita de un representante de la Motion and Pictures Association of America (MPAA), nada menos que a exponer sobre “sistemas de protección de contenidos en la futura TV Digital”.

Auspiciado por la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina, el encuentro tenía como objetivo publicitar la política de las grandes corporaciones de la industria de entretenimientos a favor de los sistemas de Gestión Digital de Restricciones (DRM, por sus siglas en inglés). Estos sistemas, que se encuentran en una fase temprana de implantación, no sólo persiguen limitar la copia y distribución de contenidos, sino que avasallan la privacidad, restringen inaceptablemente los derechos del consumidor y esterilizan el desarrollo cultural favoreciendo a los monopolios que controlan la industria del entretenimiento. Por supuesto, la MPAA tiene todo el derecho de expresar públicamente sus puntos de vista. Lo que resulta sorprendente es que en un evento destinado a promover prácticas tan cuestionadas, el anfitrión fuera el propio Gobierno Nacional por medio de la Secretaría de Comunicaciones, y recibiera el auspicio de sendas Comisiones parlamentarias de la Cámara de Diputados y de la Cámara de Senadores de la Nación.

Lo que nadie sabía es que el propio disertante fuera tan poco sutil como para reagalar en una frase (des)afortunada el título exacto a los medios que cubrieron el evento: “Hay que evitar que todos sean radiodifusores”.

La televisión digital no sólo permitirá un incremento en la calidad de imágenes y sonido, sino un nivel de interacción con el televidente desconocido con los sistemas actuales, pero también hará posible la inmediata redistribución por internet de los contenidos. Del lado de la industria, como bien cuenta Sebastián Premici en su nota, hay dos políticas bien diferentes para intentar contrarrestar esta posibilidad: la primera de ellas, impulsada por los japoneses, consiste en cifrar los contenidos antes de transmitirlos; la segunda, impulsada por los norteamericanos consiste en implantar sistemas de DRM en los aparatos receptores.

Es necesario enmarcar estas discusiones también en la defensa de una televisión abierta y gratuita, además de los derechos amenazados por la sola presencia de sistemas de DRM en cualquier tipo de dispositivos. ¿Estarán evaluando estas cuestiones los legisladores que integran las comisiones parlamentarias que auspiciaron el encuentro? Es probable que no, lo que acentúa la importancia de campañas como las que está impulsando la FSFLA.

La nota de color de la conferencia de Mr. Jim Williams estuvo protagonizada por representantes de la Fundación Vía Libre, que decidió repartir CD con copias de GeexBox, una distribución de software libre que convierte una PC en un centro multimedia. Mr. Williams quiso rechazar el obsequio de manos de Federico Heinz con un poco amable “yo no utilizo software ilegal”. Todo un lapsus de su parte, la confusión entre libre e ilegal, que muchos representantes de la industria del entretenimiento quisieran convertir en sinónimos.



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1 comentario hasta ahora ↓

#1 Los publicistas de la DMCA nos visitan — Señales de Humo on 12.04.07 at 6:37 pm

[...] Hace unos días le tocó a la TV digital (que aún no existe), y ahora es el turno de Jonathan Band, abogado especializado en copyright e Internet que participó en la elaboración de los borradores de la Digital Millenium Copyright Act (Acta de Derechos de Autor para la Era Digital), ley norteamericana que ha recibido el repudio de organizaciones como la Electronic Frontier Foundation con serios cuestionamientos acerca de sus objetivos como de su proclamada eficacia: “In practice, the DMCA and DRM have done nothing to stop “Internet piracy.” Yet the DMCA has become a serious threat that jeopardizes fair use, impedes competition and innovation, chills free expression and scientific research…” En la práctica, la DMCA y los DRM no han hecho nada para impedir la piratería en Internet. Sin embargo, la DMCA se ha transformado en una seria amenaza que pone en peligro el uso justo, impide la competición e innovación, congela la libre expresión y la investigación científica… [...]

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