El avance tecnológico podría -y quizás, debería- ser sinónimo de mayor bienestar y equidad entre las personas. A veces funciona de esa manera, pero sólo a veces. En otras ocasiones, no faltan quienes intentan aprovechar la nueva tecnología para reforzar de manera inimaginable situaciones de sometimiento, inventando nuevas formas de esclavitud y sumisión.
En Quién vigila al vigilante la vigilanta se hace eco de uno de los usos más abusivos: la implantación de microchips en el cuerpo de los empleados para que sus empleadores puedan controlarlos más eficazmente.
La noticia original, en el diario El Mundo, recoge el repudio que la organización Profesionales de la tecnología por la responsabilidad social ha manifestado, considerando esta práctica como una “pésima iniciativa”, que implanta en el cuerpo de los empleados un microchip que no se puede desactivar ni expulsar excepto con una pequeña cirugía.
Los impulsores destacan el carácter “voluntario” de los implantes. Sin embargo no hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que no siempre es sencillo negarse ante un requerimiento del jefe…
1 comentario hasta ahora ↓
No nos engañemos, esto que está aconteciendo de forma sutil, no es más que un engaño. Lo digo con toda responsabilidad no se dejen implantar este chips, está escrito en la biblia, sobre esto es un engaño de satan. Dios dice en su palabra quien tenga implantado esta marca será condenado y sufrira las consecuencias. Muchos saludos a cada uno de ustedes
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