Archivo Septiembre, 2005

El gomero

La historia fue más o menos as�?: Juan hacía varios meses que no volvía a su pueblo.

Un buen día arma el bolsito, se arrima a la Terminal y saca un pasaje en el único colectivo que había ese día, un “parando en todas” que llegaba bien avanzada la noche.
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Los gatos salvajes

Antes de que el rock & pop local adoptara la denominación genérica de “rock nacional”, incluso mucho antes de que se llamara “música progresiva”, un tal Litto Nebbia adolescente, junto a otros aventureros como él, formaba la primera agrupación de rock en castellano: Los Gatos Salvajes.

Ayer, en el cierre de la Expo Universidad, tuve la oportunidad de escucharlo en vivo por primera vez junto a su nueva banda, La Luz. Debo decir que, sin dejar de gustarme, nunca han logrado entusiasmarme sus canciones, probablemente por ese estilo tan suyo de cantar relatos: sus letras, salvo excepciones, carecen de la cadencia y del ritmo que sí tiene su música; son narraciones cantadas. No digo que sea un defecto: es un estilo. Y mal no le ha ido.
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La gripe (Capítulo I)

¿Volvería a ver el sol alguna vez?, se preguntó el hombre con la mirada detenida en el disco rojo, opaco y frío que avanzaba hacia el atardecer. Respiró profundo, aire y cenizas, cenizas que ya formaban parte del aire, que cubrían todo, al hombre, a la azotea, al edificio, a la ciudad en llamas; que apagaban el cielo dejando sólo esa claridad mortecina apenas interrumpida por aquel círculo sofocado que jamás podía ser el sol.
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La wikiteca de Babel

En La biblioteca de Babel, Jorge Luis Borges imagina un mundo formado por una biblioteca infinita. Es un mundo simétrico, en el que pequeñas salas hexagonales en cuyas paredes se exponen libros de infinitos idiomas, son recorridas durante la eternidad por bibliotecarios trashumantes que van de hexágono en hexágono.

Los bibliotecarios son iguales a nosotros: no saben por qué están en ese mundo. Ni siquiera saben si existe un por qué. Los hay curiosos, que trajinan las páginas de la Biblioteca por mero interés intelectual, los hay místicos, que recorren largas distancias buscando el Libro que les revelará el sentido de la Biblioteca, los hay escépticos, que ya han perdido la fe en siquiera ser comprendidos, los hay desesperanzados que a veces enloquecen y arrojan los libros al vacio que rodea los hexágonos.
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