San Edelap

Luego de un día trajinado, uno espera llegar a casa, sacarse los zapatos, servirse una copa y perderse por un rato en el laberinto indescifrable y somnífero de la tele.

No es un final de jornada demasiado ambicioso. Pero hay veces en que la mala suerte se empeña de manera admirable. Ayer, por ejemplo, un día de viento y lluvia más apropiado para trópicos habituados a los huracanes que para invierno argento. Ya desde lejos de casa me pareció ver que el último semáforo estaba inactivo y que de allí en adelante por un par de cuadras la noche era más oscura. Efectivamente: la falta de semáforo señalaba un corte de luz en una zona no muy extendida pero dentro de la que, como no podía ser de otra manera, estaba mi casa.

Así que desembarcamos la familia completa tratando de no pisar a los gatitos que están comenzando a caminar y cuyo pelaje oscuro los disimula contra el piso. La falta de energía eléctrica y la consecuenta falta de compu y de tele provoca en los niños una reacción de cierta violencia debido al previsible síndrome de abstinencia, que en esa regresión medieval niegan relaciones tan evidentes como la falta de luz y la inutilidad de la tele. “Ya sé que no hay luz, pero ¿por qué no puedo ver los Power?”, insistía cada cinco minutos Joaquín.

Pero lo peor es que en la vereda de enfrente el fluído eléctrico fluía, valga la redundancia, con absoluta normalidad. Y se me ocurren pocas cosas más deprimentes que estar rodeado de velas encendidas como en un altar a San Edelap y ver por la ventana cómo la vecina se regodea con Los Simpsons.

Es probable que la humareda de las velas haya embotado nuestros sentidos y eso colaboró con un sueño tempranero. Pero sólo por un rato, ya que apenas pasada la medianoche el servicio eléctrico se restableció y la casa entera se encendió como un arbolito de navidad, junto a todos los artefactos eléctricos que cobraron vida en el mismo sobresalto.

Como corresponde, ese despertar agitado y prematuro no nos encontró con la suficiente lucidez como para corregir el radio reloj, y al caos de la noche se le sumó el caos de una mañana sin despertador. Pero con la electricidad restablecida ya nada me molestaba. Si la lluvia no volvía, si el viento se había definitivamente calmado, Los Simpsons volverían esta noche. Y esa sola promesa funcionó como un parche de nicotina para un fumador desesperado por tabaco.



Artículos relacionados

2 comentarios ↓

#1 Carolina Ortiz on 07.19.07 at 11:27 am

Estimado Patricio:
Muy acertado el texto respecto de lo que provoca la falta de energía eléctrica, es un servicio muy importante desde ya. Lamento que notemos esa importancia sólo cuando no está.
Espero que además de críticas se cosechen reconocimientos cuando la luz sí esta presente y, más allá del servicio, por los aportes que desde la empresa intentamos hacer a la comunidad, a la educación y a la cultura.
Desde ya estamos disponibles para todas tus consultas.
Te saluda atentamente.

Carolina Ortiz
Jefe de Comunicación y Prensa
EDELAP S.A.

#2 lina on 06.19.08 at 4:55 pm

mi comentario es ,hace tres meses no tengo lus llamo todo los dias al 0800 llamo todo los dias al enre no bienen a solusionarme el problema hoy fui a edelap de calle 5 y diag 80 espero que desde alli ma solucionen algo si no nose que haser no tengo lus pero las facturas me llegan y las pago

Deja un comentario