Calma extraña la de este sábado a la noche.
El niño con su abuela, la niña en una fiesta con sus amigas; la madre, mi esposa, concentrada en el romance de una peli azucarada.
Se supone que los sábados a la noche no son así. Mientras tanto, en medio de la calma, pasan cosas.
Me acaban de mandar los trabajos de la Cumbre Mundial sobre Sociedad de la Información y del Grupo de trabajo de Naciones Unidas sobre “internet governance” (ver enlace)… todo indica que los fascistas que suponen que la seguridad y la privacidad son antagónicos van ganando adeptos aún en los terrenos más insospechados.
No tuve tiempo de leerlos todos: un grupo de amigos, entre los que se cuenta más de un hacker que admiro, me invitan a formar parte de su grupo de docentes para enseñar lenguajes de programación. Hay alguien equivocado por aquí…
El profe Roman, amigo que pertenece a GLEDUCAR, me pide una mano para traducir un artículo de Eric Raymond. Mientras busco el artículo en cuestión, me tropiezo con esas cosas incómodas de Raymond: miembro de la Asociación Nacional del Rifle, especie extraña de violentos anarquistas. En su sitio dice algo así como: “Soy una persona armada lista para defender con fuerza letal las amenazas contra mi vida y mi libertad”. Escalofriante. Sobre todo para quien, como yo, jamás disparó un arma de fuego y no tiene ninguna intención de hacerlo. Me gustaría saber quién es el valiente.
Otro amigo, Alejandro, me pasa un borrador de tono fundacional sobre el futuro de la UCR, y cierta brisa de cierta nostalgia pasa a través de las palabras. De cuando la convicción de formar parte de una revolución democrática e igualitaria era tan cotidiana y presente como respirar.
Extraña calma la de este sábado por la noche, pasan cosas mientras nada pasa. Y así, llega la hora de buscar a la niña y retirarse a dormir.
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